martes, 27 de octubre de 2009

Homenaje a la figura y el pensamiento de Enrique de Cataluña

Mediante el presente medio virtual, una comisión de estudiosos ha decidido brindar un modesto homenaje a una de las figuras más perspicuas e injustamente olvidadas de la intelectualidad de los albores del iluminismo tardomedieval. ¿Precursor del Renacimiento? ¿Antecedente dilecto del pensar moderno? ¿Zaga transversal que, a través de los tiempos, evoca un mensaje ahistórico? Enrique de Cataluña fue un acérrimo opositor de todas las doctrinas de su época, motivo por el cual fue censurado, vituperado y vilipendiado por los apologistas del Papa, los defensores del ascetismo babilónico, y los detractores del socinianismo. Su viperino arte argumentativo le granjeó el desprecio y las diatribas de contemporáneos como Pierre de Boulogne, Malvíscar de Toledo y Albúriz de Sevilla.
Con esta sencilla contribución, intentamos realizar un humilde aporte a la historia de las ideas.

1 comentario:

  1. Celebro la creación de este blog dedicado a la figura de Enrique de Cataluña. Es de destacar la importancia de recuperar, mediante el estudio crítico de manuscritos encontrados hace ya más de un siglo atrás, el pensamiento de este autor. En efecto, la doctrina enriqueana es representativa del complejo movimiento doctrinal, intelectual e institucional que caracteriza la formación y consolidación del pensamiento occidental en el Medioevo. Como modesto aporte a esta iniciativa, sin embargo, quisiera proponer la posibilidad de entender la disputa entre Enrique y Pierre de Boulogne, diversamente a la teoría ortodoxa, esto es, aquella que propone una contraposición entre el pensamiento de estos dos importantes filósofos medievales. En este sentido, la historia familiar de Enrique de Cataluña deviene fundamental para comprender el verdadero origen de su posición frente a las ideas de Pierre. Basados en algunas cartas descubiertas durante la edificación del subterraneo de Barcelona, algunos intérpretes creen encontrar serios indicios de la existencia de una relación de parentezco entre Pierre y Enrique, revelándose así un motivo más profundo y definitivo para interpretar el antagonismo que caracteriza a estas dos figuras del pensamiento occidental.

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